La infidelidad ocasiona un daño muy grande al otro integrante de la pareja, que sufre una manera considerable en su autoestima, pierde seguridad, confianza en sí mismo. En general, deben recurrir a la terapia para lograr sobrellevar dicha situación.
Cuando la persona infiel comprende cabalmente el daño que ocasionó y se siente genuina mente arrepentido de su proceder, entonces está en condiciones de pedir perdón por sus actos. Si la persona ofendida siente su autoestima aliviada y cree realmente que existen justificativos para perdonar la infidelidad y desea hacerlo. Entonces puede perdonarlo y si lo desea, permanecer en la relación.
Lo que resulta inadmisible es permanecer dentro de la relación por motivos alejados de la justificación de la traición, o por pretextos. Este es el caso de los matrimonios que se mantienen unidos por causa de los hijos, o por temor a la dependencia económica, etc. En estos casos, se está ignorando o evadiendo lo ocurrido y esto es un error.
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